El decrecimiento sostenible es un concepto más amplio que el famoso crecimiento sostenible, puesto que pretende ir más allá del discurso energético, incluyéndolo. Se asienta en una preocupación en la que pesa, del mismo modo y de forma directa, las repercusiones sociales y psicológicas. Es un llamamiento a mantener lo que hemos conseguido de positivo (como el progreso en el discurso ético y en el conocimiento), prescindiendo de lo negativo (como la adicción consumista o la ignorancia). Es un llamamiento a vivir bien, a llevar una buena vida, lo que incluye no sólo a los individuos, sino también y especialmente, a los patrones de convivencia. Esta filosofía de vida admite a su vez graduaciones que incluyen incluso el objetivo extremo del decrecimiento “total”. En esta línea, “el decrecimiento es una gestión individual y colectiva basada en la reducción del consumo total de materias primas, energías y espacios naturales gracias a una disminución de la avidez consumista, que nos hace querer comprar todo lo que vemos” (Honorant, 2006).
Algunas alternativas interesantes que podríamos utlizar o llevar a cabo para coseguir este decrecimiento son las siguientes:
- Utilización de transportes públicos y fomento del uso de la bicicleta.
- Producción y consumo de alimentos ecológicos y comercio justo.
- Banca ética.
- Crear lugares y espacios de trueque de objetos y tiempo (mercadillos, bancos del tiempo, etc.
Decrecimiento sostenible y comportamientos de consumo
Alternativas para un decrecimiento feliz
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Alternativas para un decrecimiento feliz
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